5/08/2006

Los lunes al sol

Bajo este título espera una de las películas más grandes que he visto.

Hoy la he recordado. Estaba en el descanso del trabajo, y hacía un sol esplendido. Me he planteado, ¿que hago encerrado en un cubiculo con el día que hace?

La verdad es que visto bajo ese punto de vista, soy una persona altamente desafortunada por no poder disfrutar este día. Es cierto, sería genial poder estar todos los días de sol sin trabajar.

Pero no es cierto.

Evidentemente, hay muchas personas con una situación mucho mejor que la mía. Como he dicho en el artículo anterior, todo es gris. No tengo la mejor situación del mundo, pero evidentemente no tengo la peor. No considero que tenga una buena situación por comparación. Creo que tengo una situación aceptable de manera objetiva.

Vale, sería mucho mejor no trabajar y estar al sol. De acuerdo, eso es innegable. Pero gracias a estar en mi cubiculo, puedo estar al sol muchas mas veces. El número de personas que pueden estar al sol es mínimo (porcentualmente hablando, claro). El resto somos trabajadores normales, que estamos gran parte de nuestra vida en cubiculos pequeños con luz artificial. Pero es bueno.

Conozco a mucha gente que no es un currito de cubiculo, incluso no es un currito. Bien por que no puede serlo, bien por que no esta preparado para serlo, o bien por que no quiere serlo. Los tres casos confluyen en la misma situación. Casi siempre, pueden estar al sol, pero no brilla tanto.

Mi cubiculo solo tiene paredes, el techo está dos plantas por encima. No tiene ventanas, solo una cristalera a otra sala. Solo estamos dos personas. Mi cubiculo tiene blancas paredes, con algún que otro poster de propaganda de los productos de la empresa. Paso mas horas despierto en mi cubiculo que en ningun otro sitio. Mi cubiculo me acoge soñoliento y me devuelve soñoliento y cansado. Mi cubiculo suele ser silencioso. Mi cubiculo es frio.
Mi cubiculo hace que tenga una vida. Mi cubiculo me ha sacado billetes para Nueva York. Mi cubiculo es genial.