5/09/2006

Martes de transición

Hay días en los que lo único relevante sucede en tu cabeza. Es un día totalmente normal, pero la maquinaria no deja de trabajar. Tu cerebro, dentro de un coche, con la radio puesta sin escucharla, reflexiona sobre una disparidad tremenda de cosas. Estos pensamientos a veces no tienen un sentido claro, ni un hilo conductor, pero determinan uno de los sucesos más sorprendentes de nuestra naturaleza, al menos para mi.

Es imposible dejar de pensar. Soy incapaz, mi cerebro se manda descargas de un polo a otro. No deja de hablar consigo mismo y conmigo.

A veces me encantaría ser médico, saber como funcionamos.

También me gustaría ser físico, pero eso es para determinar a que número de revoluciones el motor de una lavadora consigue que la ropa se rasgue y se filtre por los agujeros del tambor en un centriugado.

No puedo dejar de pensar. Solo cuando duermo.

En ese momento sueño. Nunca descansa. Es increible.